Alma encerrada en el cuerpo,
Libertad acallada en el tiempo,
Que los clamores del deshielo,
Hagan mella en tu universo,
Marchitando los silencios; clamando al cielo,
Cantad la canción, aquella que nunca fue entonada,
Y marchad con ritmo y fervor, a la cima en la morada.
Guardad silencio,
Mientras el grito interior, acallará los credos,
Mirad al infinito, invitad a lo eterno,
Que el júbilo en lo veraz, engrandece al pequeño,
Soñad con lo grande, hacedlo vuestro,
Y entre gemido y gemido,
la hierba y la estrella sueñan.
Fotografía: Nora Berrocal Rubio