martes, 6 de agosto de 2013

UN HOMBRE CUALQUIERA



Se perdió entre la multitud un día lluvioso.  Del ahogado sombrero resbalaban las gotas de agua, deslizándose por la espalda donde en un último salto caían al vacío.
Gota tras gota....  
Miró el suelo, apreciando en las charcas como rebotaban sobre la capa de agua;  pareciendo multiplicarse,  subdividirse.
La experiencia de sentir lo ya vivido le devolvió a la infancia.   Las gotas de agua....
Aunque los obstáculos sean muchos no pierdas la fuerza de tu espíritu; pensó al momento.
Siguió caminando, a cada paso, un nuevo ritmo;   una sensación de liviandad le fue revistiendo.
Respiración ligera, ningún fin, ningún objetivo.  La sonrisa dibujo su cara.  He ahí el grabado de la felicidad.

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