Lo nuevo se abría ante el
percibía la línea divisoria entre lo viejo y la sutil apertura de lo nuevo.
Cambios vivos en la marcha coloreaban el horizonte; cambios en el acontecer y transformación de su existencia.
Como el río de su vida:
Fluyes constante irrumpiendo con fuerza desde tu curso alto.
Agua, agua; el elemento más puro. Plateada con la luz de la luna,
brillante bajo la luz del sol.
Recorres constante sin parar, nada te detiene; llenas cada espacio, rellenas cada hondonada, cada quebrada.
Buscadora de tu vida, de luz.
A tu paso se engalanan bosques de ribera, cañizos, eneas, y aún la más insignificante brizna de hierba te sonríe y se rinde a tu influjo....
Así comprendió el su vida; un constante manar sin detenerse.
Dejándose llevar por la tempestad o la quietud, el frío o el calor,
impertérrito ante la dicha o la desdicha.
Para encontrar la esencia misma de su propia vida; la luz de su existencia.
LA ALEGRÍA
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