Había un estado casi místico en su decadencia,
en ese declinar del ánimo,
que algunas veces no le permitía respirar.
Las secuencias de su vida pasaban rápidas,
en el tapiz de su memoria.
Se miró en el espejo,
observó su imagen,
fijó los ojos en esa cara; ahora tan desconocida,
se acercó aún más hacia la superficie pulida y plateada,
el haz de rayos de luz le devolvió su estampa.
Mis espacios vacíos.... - Pensó-
Si estás ahí, si quieres oírme,
si tu mirada no está, porque está perdida,
deja que mi voz te susurre,
con tibio eco entonado,
que te envuelvan las estrellas,
con el manto de un hado.
Deja que la dicha te abrace,
que colme de luz tus mañanas,
deja que los rayos con fuerza,
moren en ti,
entre tus entrañas.
Y al sentir el balanceo del amor inmoderado,
bailarás con el compás
de tu propio eco; entonado.
Serás violín;
y a cada nota en re menor,
concertino virtuoso, de tu propia creación.
volaran las notas, llenarán los vacíos,
ya no hay más angustias,
ni espacios vacíos.
Creadora de la sinfonía de la atmósfera de cuerda;
tu vida.
Fotografía: Nora Berrocal Rubio
No hay comentarios:
Publicar un comentario